martes, 23 de octubre de 2018
Se me presento sin avisar
Se fue el verano y comenzamos a añorar los cielos rojizos del ocaso. Me gusta los atardeceres, no solo por las imágenes maravillosas que nos presenta, sino por que nos invita en poco más de media hora a poner nuestros conocimientos en práctica. la verdad que son muchas las posibilidades por las que nos podemos decantar, desde priorizar el cielo, o las zonas en sombra o hacerlo todo a la vez. Los programas de edición nos ayudan bastante también a conseguirlo, pero siempre digo que la foto está en la cabeza.
Este atardecer fue sin buscarlo, comencé a ver qué la luz se tornaba diferente, la calina formaba una especie de bruma que enmascaraba el sol en un suave manto naranja y transparente. Los edificios no me importan en absoluto, ya que ni eran bonitos ni tenían nada que resaltar. La medición de mi cámara la hice al cielo, con una temperatura de color muy alta y con el zoom de un signa 50-150 que me decidí a recortar por debajo. La idea que rápidamente se me ocurrió fue la de enmarcar el cielo, contrastar de alguna forma su color con las sombras a modo de que estas parecieran un cuchillo que lo corta, tenia que lograr una verdadera silueta.
Ya he comentado que amo los contraluces y este en cierto modo también lo es.
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